Niños y Niñas del Semillero Musical MIUDES alegraron con sus voces la novena navideña en la UDES

Dicen que la Navidad es la única época del año capaz de llenar los corazones del mundo con esperanza y felicidad, incluso en las condiciones más difíciles y adversas. No sabemos si es cierto o no, pero al menos para el Semillero de Música del programa MIUDES, esta lo fue.

Este valiente grupo de niños aceptó el desafío de animar, a través de la música, la novena decembrina que se lleva a cabo en la Universidad de Santander (UDES). Este evento anual convoca a todas las personas presentes en la universidad para reflexionar juntas mientras esperan alegremente el nacimiento del Niño Jesús.

Durante varios meses, los lunes y jueves, la Casa Cultural y Creativa MIUDES fue testigo del esfuerzo diario de los niños y niñas, dirigidos por el profesor Oswaldo Vega. Además, contaron con el apoyo de Camilo Arenís, un antiguo integrante del semillero que no solo es un tutor, sino también un ejemplo a seguir para todos. Su proceso en el semillero envía un mensaje claro es posible contribuir a cambiar el mundo con pequeñas acciones de amor: "es muy satisfactorio ver cómo, ensayo tras ensayo, los niños se esfuerzan y mejoran en esta pasión que compartimos: la música. Agradezco a la Universidad de Santander y su programa MIUDES por darme la oportunidad de participar, y a los niños por permitirme aprender junto a ellos".

Ante la proximidad de la fecha de presentación, los ensayos se intensificaban cada día con villancicos, cantados con la fuerza y pasión de corazones ilusionados. Acompañados por el equipo base y enfrentando la carencia de recursos, los niños, con el apoyo de sus familias, construyeron hermosas panderetas, utilizando materiales reciclados recolectados en tiendas y hogares del barrio.

Con inocencia e incredulidad, en cada ensayo, los niños preguntaban: "¿Profes, ¿cómo nos vamos a ir?" Eran conscientes de la distancia que los separaba del escenario que los esperaba. Sin embargo, llegada la hora, la Universidad dispuso de transporte no solo para ellos, sino también para sus acompañantes. Alegres por la oportunidad brindada, expresaron su agradecimiento y se encomendaron a Dios mediante una oración antes de partir.

Sus expresiones al llegar al campus universitario reflejaban su emoción: "La universidad es tan bonita y grande como mi barrio"; "Quiero ser enfermera y me encantaría estudiar aquí"; "¿Puedo estudiar aquí, profe?"; "Me gusta el señor agachado pensando"; "¿Cómo se llama este perro?"...

Antes de la novena, los niños y las niñas visitaron el salón de música en Bienestar Institucional, donde fueron recibidos por la directora, Ana Francisca Martínez Quintero; el coordinador Óscar Bautista Ramírez; y el grupo musical de profesores, quienes estaban inmersos en una sesión de ensayo para la novena navideña. El profesor Víctor Yair les mostró a los niños y niñas diversos instrumentos y los animó a seguir asistiendo a la Universidad para profundizar en su formación musical.

Durante la novena, entonaron villancicos con la emoción y nervios propios de su primera presentación en público. A pesar de los desafíos del escenario, demostraron valentía y llevaron adelante su actuación, siendo recompensados con los gestos y aplausos de quienes estaban presentes.

Además, aprovecharon la ocasión para alegrar la Navidad de los presentes, entregando cartas elaboradas por ellos mismos. En estas cartas, plasmaron bendiciones y deseos a través de escritos y dibujos, regalando así su afecto a los demás.

A su vez, recibieron como regalo las palabras de la estudiante Natalia Andrea Ramírez Navarro, del semillero Sujeto y Sociedad del programa de Psicología que apoya el programa MIUDES. La joven aseguró que “el papel que cumplen las nuevas generaciones dentro de la comunidad, de quienes hemos aprendido demasiado, que nos han demostrado las capacidades excepcionales que tienen cuando de compañerismo, de amor, de afecto y de singularidad se trata. Sí, a todos ustedes niños y niñas de la comunidad que día a día adornan las calles del barrio con su energía, con sus chistes, sonrisas, con sus juegos, y con esa capacidad de generar espacios de aprendizaje. Esto nos enseña, a que aprender de las nuevas generaciones, puede ampliar nuestra capacidad de entendimiento y comprensión hacia las demás personas, y cada una con una situación distinta”.

Para los niños y niñas, esta Navidad fue una experiencia inolvidable y mágica que seguramente marcará sus vidas con recuerdos y sueños. Con acciones como las de este día, la Universidad de Santander contribuye a construir un mundo de esperanza y equidad para las futuras generaciones.