Cifras por mordedura de caninos en Bucaramanga alertan a la ciudadanía

Según el Programa de Bienestar Animal de Santander, en lo que va corrido de 2019, una persona es mordida cada día y medio por caninos en la capital de santandereana y su área metropolitana. Las cifras muestran que, a mayo, 80 casos han sido denunciados. Para la entidad esto se debe a conductas espontaneas e instintivas y la mala educación de los propietarios de las mascotas.

Para Alejandro Sotomonte Niño, médico veterinario del Programa de Bienestar Animal de Santander, la problemática no es por falta de vacunas antirrábicas, si no porque algunas personas invaden el «territorio o aquellos amos que llevan sus caninos sin bozal de razas potencialmente peligrosas muerden a las personas. Pero en los casos que hemos registrado, por mordedura sí presentan el certificado de vacunación antirrábica. En Santander desde hace 20 años no se presentan casos por esa patología, gracias a las campañas de vacunación».

Para la entidad las campañas educativas en tenencia responsable, ayudan a contrarrestar y disminuir esta problemática, pero «hay otra tasa que crece mucho y es la del maltrato y abandono, realmente hace falta por parte del gobierno local programas de educación en tenencia responsable de mascotas», aseguró Sotomonte.

Etología, la ciencia que estudia el comportamiento de los animales

Según las conclusiones que dejó el "Seminario Neuroetología clínica en la práctica veterinaria", realizado en la Universidad de Santander, la etología busca ayudar a los propietarios y a las mascotas en el manejo de comportamientos como orinarse en sitios prohibidos, agresividad, miedo, que no son apropiados para las familias y la población en general.

Para los especialistas en la etología, la solución es «no dejar que lleguen hacer demasiado agresivos, si no desde los primeros síntomas consultar con el veterinario y remitirlo a un especialista en etología, con el fin de identificar si es un problema comportamental o puede haber una base médica. Entonces hay que descartar primero todo eso y luego empezar una terapia», explicó Catalina Mejía Izasa, magíster en etología y ponente del seminario.