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El Instituto de Investigación Masira de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud de la Universidad de Santander (UDES), participó en un proyecto internacional que detalla las afectaciones financieras que produjo la pandemia de Covid-19 en hogares alrededor del mundo.
Dicha investigación, titulada ‘Variaciones en el impacto financiero generado por la pandemia de Covid-19 en los cinco continentes: un análisis transversal a nivel individual’, se construyó gracias al trabajo interdisciplinario de investigadores de diferentes países.
Entre agosto del 2020 y septiembre del 2021 se realizó una encuesta a 24.506 participantes de países de ingresos altos, medianos y bajos, incluidos en el estudio Prospectivo Urbano Rural Epidemiológico (PURE).
Impacto de la pandemia en Colombia
Desde hace 15 años, la UDES es la institución que en Colombia dirige el estudio PURE en 11 departamentos y hace el seguimiento de los 7.500 ciudadanos incluidos en el estudio comunitario.
El líder nacional de esta iniciativa es el investigador y rector general de la UDES, Patricio López Jaramillo, quien participó en el análisis de los datos y la redacción del artículo publicado recientemente por la revista científica The Lancet. “En nuestra Universidad coordinamos la capacitación de los encuestadores y la correcta aplicación de las encuestas”, señaló.
Los resultados precisan que el 46% de los participantes colombianos tuvo una afectación económica, cifra que nos ubica en una posición media en comparación con los demás países. Mientras países pobres como Zimbabwe o Tanzania registran un impacto negativo en más del 90% de la población estudiada. En países como Canadá, Suecia y Polonia no alcanza el 20%.
Además, en este estudio las diferencias en el impacto financiero del Covid-19 se evaluaron según la educación y la riqueza antes de la pandemia. Aquellas personas con educación postsecundaria y aquellos que figuran en el nivel de mayor riqueza fueron quienes tuvieron la menor proporción afectada.
En general, los resultados reflejan que el impacto económico adverso de la Covid-19 en los países de ingresos más bajos como Colombia, también se extiende incluso a las comunidades tradicionalmente favorecidas (aquellas con mayor nivel educativo y/o más riqueza).
Por lo tanto, el investigador López Jaramillo aseguró que “podemos ver una disminución paradójica de la desigualdad en los países de bajos ingresos, ya que estos países ven a millones de personas dejar atrás su reciente prosperidad de clase media, lo que resulta en comunidades históricamente ricas que se vuelven más pobres en estos países”.
Efectos en el mundo
En general, el 32,4% de los participantes que participaron de este estudio en todo el mundo sufrieron un impacto financiero adverso. Se concluyó que el 8,4% de ellos perdieron el trabajo, ya sea de manera temporal o permanente.
El 14,6% de los participantes no podía cumplir con las obligaciones financieras o necesidades esenciales en el momento de la encuesta. Esto incluía aspectos como alquiler de su vivienda, los pagos de la hipoteca, los comestibles o las facturas de servicios públicos. El 16,3% estaba utilizando sus ahorros para cumplir con sus obligaciones financieras.
En el análisis se refleja que en los países de ingresos medios y bajos se triplica la proporción de afectados económicamente en comparación a lo observado en países de ingresos altos (47,1% frente a 14%, diferencia absoluta 33,1%).
De acuerdo con Patricio López Jaramillo, se refleja una fuerte correlación inversa entre el índice de Progreso Social y la proporción de participantes en un país que se vieron afectados financieramente. Es decir, cuanto menor es el desarrollo social del país, mayor es el impacto financiero de la pandemia.
El país con el mayor impacto financiero fue Zimbabwe, con el 95,7% de los participantes afectados financieramente. Por el contrario, Polonia tuvo el menor impacto financiero, ya que solo el 3,5% de los participantes sufrió un impacto financiero adverso por la pandemia de Covid-19.
“Demostramos, además, que existe una fuerte correlación inversa entre las tasas de vacunación y el impacto financiero. Lo que indica que una alta tasa nacional de vacunación contra el Covid-19 estuvo fuertemente asociada con un menor impacto financiero a nivel individual”, subrayó el investigador.
Inequidad y vacunación
López Jaramillo comentó que con estos hallazgos es probable que aumente la inequidad entre países, lo que dificultaría la gobernanza mundial, la salud, la paz internacional y la migración.
“La inequidad en las vacunas se correlaciona estrechamente con la inequidad en el impacto financiero, y los mismos países que se ven más afectados financieramente también tienen la proporción más pequeña de su población vacunada”, aseveró.
El Rector General de la UDES considera que una alta cobertura de vacunación es una ruta vital para la recuperación de una economía después de la Covid-19 y recalcó que “es probable que la brecha en la vacunación aumente la brecha económica entre los países de ingresos más altos y los de ingresos más bajos, lo que exagera la gran brecha que ya existe”.
En este sentido, López Jaramillo aseguró que los modelos sugieren que todos los países se beneficiarían económicamente si los países de ingresos medios y bajos tuvieran el mismo acceso a una vacuna contra el Covid-19.
“La disminución de la inequidad en las vacunas debería ser una máxima prioridad para los países de ingresos altos y las organizaciones de gobernanza mundial, a fin de mitigar el impacto socioeconómico de la Covid-19 en los países de ingresos medios y bajos”, indicó.
Por esta razón, el experto opina que se requerirá un paquete de medidas, que aborde la producción, la asignación, la disponibilidad, el despliegue y uso de vacunas, “pero especialmente un nivel de compromiso político que hasta ahora ha faltado”.
Así se desarrolló la investigación
Con las 24.506 encuestas que se realizaron, se recogió información de los participantes con respecto al impacto de la pandemia en sus finanzas personales y en sus fuentes de ingresos.
El cuestionario, aplicado por personal del estudio, incluyó datos demográficos, nivel de educación, ocupación, índice de riqueza con base en la propiedad y en las características de la vivienda. Este índice se validó previamente en países de ingresos bajos, medios y altos, y se documentó como una medida robusta de la riqueza, y fue consistente con las medidas de ingresos y gastos.
Los participantes se clasificaron en terciles específicos para cada país, según su percentil de riqueza, con categorías más altas que denotan mayor riqueza en relación con otros del mismo país en categorías de riqueza más bajas.
La información se recopiló a través de visitas en persona cuando fue posible y por teléfono en caso contrario. La mayoría de las visitas se completaron por teléfono (76,9%), y el resto se realizó de forma presencial.
En los sitios y países participantes, todos los encuestados de PURE fueron elegibles para este subestudio, con datos recopilados a nivel de participante individual.
Entre los datos recopilados, se precisó si los participantes habían sido diagnosticados con Covid-19 y cuál fue su impacto acumulativo de la pandemia en cuanto a sus finanzas personales y fuentes de ingresos.
Se consideró que los participantes que experimentaron “pérdida de trabajo”, “incapaz de cumplir con las obligaciones financieras”, “uso de ahorros” u otros efectos financieros adversos (como reducción de ingresos o trabajo) fueron “afectados financieramente”.
Dadas las amplias disparidades en las tasas de vacunación entre países, y la expectativa de que una alta cobertura de vacunación es crucial para la recuperación económica de las naciones, los expertos analizaron la relación de las tasas de vacunación a nivel de país con el impacto financiero de la pandemia.
Para esta labor, se usó el conjunto de datos públicos de vacunación global “Our World in Data Covid-19”, el cual rastrea la escala y la tasa de implementación de la vacuna en todo el mundo. Las tasas de vacunación son la proporción de la población total de un país que recibió al menos 1 dosis de una vacuna de Covid-19 (al 11 de octubre de 2021).
Dado que el PIB tiene numerosas deficiencias, los investigadores utilizaron el Índice de Progreso Social (SPI) de 2020 como una medida del progreso humano de un país. El SPI mide tres dimensiones de la sociedad: 1) necesidades humanas básicas (p. ej., alimentos, agua y vivienda), 2) las bases del bienestar (p. ej., educación y salud), y 3) la oportunidad de buscar oportunidades (p. ej., acceso al conocimiento, no discriminación).
Los fondos para este estudio fueron proporcionados por el Instituto Canadiense de Investigación en Salud y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo.
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